Descubrimos la labor de la Hermana Rosina, Misionera Mercedaria de Bérriz, en África
La Hermana Rosina es una monja misionera de la Vera Cruz de Bérriz. Desde 1998, ha trabajado como biblista, evangelizando y ayudando en la educación de los colegios que la diócesis ha construido en África. En sus misiones, habla francés y suajili y colabora con diversas comunidades religiosas y laicas dedicadas a brindar apoyo en el continente.
Desde 2010, se encuentra en Mbuji-Mayi, la ciudad de los diamantes, en la República Democrática del Congo. Esta ciudad del centro-sur del país cuenta con aproximadamente 3 millones de habitantes, aunque no hay un censo para verificarlo. Mbuji-Mayi carece de electricidad, agua corriente, asfalto y apenas infraestructura. Uno de los grandes problemas que ha enfrentado la Hermana Rosina en África es el de los niños de la calle, abandonados y sin protección, vulnerables a ser víctimas de mafias para tráfico de órganos, adopciones ilegales, entre otros. Aunque no es su principal tarea, colabora activamente con centros dedicados a acoger, alimentar, educar y ayudar a estos niños.
En Mbuji-Mayi, hay un centro dirigido por salesianos que atiende a unos 200 niños, a veces más, a veces menos. Con escasos recursos, los salesianos alimentan, alojan y educan a estos niños, brindándoles amor y protección. La Hermana Rosina conoció a Aimée, una niña de la calle encontrada en una chabola, atada y maltratada. Cuando llegó al centro, Aimée estaba parapléjica, enfadada y maltrataba a otros niños. Después de caer en coma, fue llevada a Kinshasa, donde se descubrió que su cerebro estaba enfermo y no había cura. Se le dio un mes de vida y se decidió llevarla de vuelta al centro de Mbuji-Mayi para administrarle morfina y permitirle morir en paz.
La Hermana Rosina acompañó a Aimée en su vuelo de regreso y se encargó de cuidarla durante sus últimos días. Gracias al amor que recibió, Aimée revivió, despertó del coma y comenzó a cambiar física y emocionalmente. Aprendió francés, se bautizó como Amada y en 2019 fue llevada a España para recibir rehabilitación. Allí, aprendió español y conoció a la familia de la Hermana Rosina.
En 2020, debido a la pandemia, Aimée tuvo que regresar al Congo con una silla de ruedas especial y aparatos en las piernas. Sin embargo, no pudo volver al centro de Mbuji-Mayi, ya que necesitaba cuidados especiales. Fue trasladada al centro de Goma, donde cuentan con mejores recursos médicos e infraestructura. A pesar de las dificultades, como la violencia y una erupción volcánica, Aimée sigue siendo una niña transformada por el amor y mantiene contacto con la Hermana Rosina.
Para ayudar, se necesita una nueva silla de ruedas para Aimée, así como apoyo económico para el centro de Mbuji-Mayi, para construir casas, pozos y letrinas. La Hermana Rosina también habla del centro de niñas de «Mamá Regine» en Mbuji-Mayi, donde se acogen niñas con epilepsia y madres solteras. Este centro busca brindarles educación y oportunidades de trabajo, enseñándoles a coser y enviándolas a la universidad para estudiar costura. Es fundamental brindar amor y apoyo a estas niñas que no han experimentado, como dice la hermana Rosina, el «milagro del amor».
